Algunas veces no queda más remedio que ganar la guerra
En una de estas mañanas hipócritas en las que no doy crédito a lo que veo por televisión; la sinrazón de la guerra, las declaraciones vacías…, se me ocurre escribir «Ganar la guerra», lo que me parece una paradoja macabra en esta práctica que creíamos olvidada, pero que sigue muy viva en determinadas regiones del planeta, aunque no ocupen todo un telediario.
Ganar la guerra
El día que ganamos la guerra,
cuando callaron ametralladoras y cañones,
habían enmudecido, también, demasiadas gargantas.
Las ciudades,
bulliciosas mientras dábamos por sentada la paz,
rotas, guardaban silencio.
El día que ganamos la guerra
nos dimos cuenta de que habíamos perdido
todo lo demás.
Javier Altozano
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