Escucha activa

Nadie escucha: el fin del argumento

En un mundo en el que nadie quiere aprender de su interlocutor durante una discusión, solo demostrar que no está equivocado; los argumentos dejan de tener sentido. Un escenario en el que los argumentos carecen de importancia es un escenario en el que, tarde o temprano, los menos indicados decidirán el destino de todos los demás. El antídoto para esta pandemia es tan simple como la escucha activa.

«Me gusta escuchar. Aprendí mucho escuchando atentamente. La mayoría de la gente nunca escucha».

Ernest Hemingway

¿Qué ha sido del debate constructivo?

Alguien me dijo una vez: «nunca discutas con un idiota, porque te pondrás a su altura y te ganará por experiencia».

El que nunca haya discutido como un idiota que tire la primera piedra

No seré yo quien la tire. Pero no deberíamos perder de vista que determinados comportamientos, en los que todos podemos caer con mayor o menor frecuencia, pueden convertirse en un hábito. Y hay hábitos que, por pasar desapercibidos, son los más peligrosos.

Yo no sé si esto habrá pasado siempre, pero vivimos en un tiempo en el que hemos sustituido el debate constructivo por la discusión estéril. Supongo que los programas de voceros de televisión y radio algo tendrán que ver.

Los argumentos sólidos, reflexionados y bien construidos han perdido su valor. Un asunto más grave de lo que parece.

Ausencia de escucha activa en redes sociales: la nueva Inquisición

A esto hay que sumarle el terrible efecto de las redes sociales, más propias de tiempos inquisitoriales de pensamiento único, capaces de despedazar públicamente a quien se atreva a desafiar dicho pensamiento hasta el punto de destrozar su carrera, a veces con acusaciones infundadas que nadie contrasta. No olvidemos que setecientos comentarios en una red social no son, ni de lejos, el pulso de la sociedad.

El argumento maduro y fundado no sirve de nada en un entorno en el que se producen dos circunstancias que, para mí, son clave:

  • El que más levanta la voz y menos deja hablar al otro es el que «gana» la discusión.
  • Si el argumento pone en cuestión la moral o las capacidades intelectuales del espectador ―no digamos ya del interlocutor―, el objetivo se convierte en tumbar dicho argumento a toda costa. Es más fácil cambiar palabras que comportamientos.

Este último punto es especialmente importante cuando se cuestionan decisiones de gran calado que toman quienes están autorizados para ello.

La ausencia predominante de escucha activa en redes sociales es un síntoma claro de la escasa conciencia que tenemos de su poder.

La escucha activa ¿qué es?

Definición Escucha Activa

Se trata de una habilidad comunicativa fundamental que implica prestar atención completa a lo que otra persona está diciendo, comprendiendo su mensaje de manera profunda y demostrando interés sincero en su perspectiva. No se trata simplemente de escuchar pasivamente las palabras del interlocutor, sino de involucrarse activamente en el proceso de comunicación.

La escuchaactiva incluye varios componentes importantes:

  1. Atención plena: Concentrarse completamente en lo que la otra persona está diciendo, dejando de lado distracciones y pensamientos internos.
  2. Empatía: Tratar de comprender los sentimientos y puntos de vista del hablante, poniéndose en su lugar y reconociendo sus emociones.
  3. Resumen y clarificación: Parafrasear lo que se ha dicho para confirmar la comprensión mutua y resolver posibles malentendidos.
  4. Hacer preguntas significativas: Formular preguntas que demuestren interés y ayuden a profundizar en el tema de conversación.
  5. Expresión de retroalimentación: Proporcionar respuestas apropiadas para mostrar que se ha comprendido el mensaje, ya sea mediante gestos, expresiones faciales o comentarios verbales.

La escucha activa es una habilidad valiosa en diversos contextos, desde conversaciones cotidianas hasta situaciones profesionales como la resolución de conflictos, la atención al cliente o el trabajo en equipo.

¿Qué estamos apoyando?

A nivel consciente o inconsciente tendemos a simplificarlo en un solo concepto del que parte todo nuestro discurso: «si yo he apoyado a este personaje y sus decisiones no son las adecuadas, significa que yo he cometido un error, por lo que debo demostrar que eso no es así». La defensa de mi criterio será canalizada a través de la defensa del personaje en cuestión o de la asociación, organismo o institución a la que dice representar.

Por tanto, nos olvidamos de defender el argumento sólido y nos centramos en defendernos a nosotros mismos, aunque para ello tengamos que instalarnos en la más absoluta irracionalidad.

escuchaactiva

Quien porte el argumento que cuestione mi criterio, o el del pensamiento en apariencia dominante, será ridiculizado y silenciado para que pierda capacidad de influencia.

Por no hablar del «y tú más» o el tan usado, «ya, pero los otros, peor».

Triste. Peligroso.

Esto no es una opinión personal

Si quieres comprobar cuánto hay de verdad en esta cuestión, observa las discusiones de casi cualquier tipo ―las de “política” suelen ocupar un puesto destacado― en el que haya posiciones enfrentadas y comprobarás que en la inmensa mayoría de los casos ninguna de las partes tiene el menor interés en sacar algún aprendizaje del argumento del otro. Mientras uno habla, si es que le dejan, su oponente solo busca la forma de rebatir; su único objetivo es demostrar que el otro se equivoca, nada más.

Pocas veces se escuchan cosas como: «nunca lo había visto de ese modo» o «ahora me doy cuenta de que estaba equivocado». Lo único que crece en ese tipo de discusiones es el tono de voz y la temperatura de los interlocutores.

Nadie escucha, nadie quiere aprender, crecer o mejorar las cosas. Solo intentamos evitar que alguien pueda pensar que estamos equivocados y, por tanto, que somos tontos.

Pero ¿qué es una persona incapaz de reconocer sus errores de juicio y que se priva de la capacidad de razonar aun en contra de sus intereses? Lo cual es bastante interesante, porque no es extraño perder de vista cuáles son nuestros verdaderos intereses…, los de todos.

Tratar de defender nuestra postura sin estar realmente abiertos a cambiar de opinión llegado el caso, dinamitar el debate constructivo y olvidar el objetivo común para defender una supuesta integridad moral o intelectual y no parecer idiotas es, precisamente, lo que pone en tela de juicio nuestras capacidades. El resultado es una masa que no piensa, que no razona…, que solo pelea.

Es curioso lo fácil que nos resulta ver la irracionalidad en otros y casi nunca en nosotros mismos.

Y ya se sabe: a río revuelto, ganancia de pescadores.

Escucha activa Ejemplos

La escucha activa es una habilidad vital en nuestras interacciones diarias, ya sea en el ámbito personal o profesional. A través de ejemplos concretos y prácticas consistentes, podemos desarrollar esta habilidad para mejorar nuestras relaciones y comprensión mutua. Aquí hay algunas situaciones comunes y cómo aplicar la escucha activa en ellas:

Ejemplos y Prácticas para convertirla en un hábito

1. Conversaciones cotidianas:

Ejemplo: Imagina que estás hablando con un amigo sobre un problema que enfrenta en el trabajo. Mientras te cuenta sus preocupaciones, puedes practicar la escucha activa de la siguiente manera:

  • Presta atención completa a lo que tu amigo está diciendo, evitando distracciones como mirar el teléfono o pensar en otras cosas.
  • Haz contacto visual y asiente para demostrar que estás interesado y comprendiendo su perspectiva.
  • Parafrasea lo que ha dicho tu amigo para confirmar tu comprensión y muestra empatía diciendo algo como: «Entiendo que te sientes frustrado por esa situación en el trabajo».

Práctica para convertirlo en hábito: En cada conversación diaria, concéntrate en escuchar activamente a la otra persona antes de responder. Haz un esfuerzo consciente para comprender su punto de vista y responder de manera reflexiva.

2. Reuniones de trabajo:

Ejemplo: Durante una reunión de equipo en el trabajo, uno de tus colegas presenta una idea para mejorar un proceso. Practica la escucha activa de la siguiente manera:

  • Escucha atentamente la presentación de tu colega, evitando interrumpir o juzgar prematuramente.
  • Haz preguntas para clarificar cualquier punto que no esté claro y muestra interés genuino en entender la propuesta.
  • Expresa tu opinión de manera constructiva, reconociendo los aspectos positivos de la idea y ofreciendo sugerencias para su mejora si es necesario.

Práctica para convertirlo en hábito: En cada reunión, enfócate en escuchar las ideas de tus colegas sin prejuicios ni interrupciones. Practica la empatía y la comprensión antes de formular tus propias opiniones.

3. Interacciones con clientes:

Ejemplo: En un entorno de atención al cliente, un cliente expresa su insatisfacción con un producto o servicio. Practica la escucha activa de la siguiente manera:

  • Escucha con empatía las preocupaciones del cliente, reconociendo su frustración y mostrando comprensión.
  • Pide detalles adicionales para entender completamente el problema y ofrece disculpas sinceras por cualquier inconveniente que haya experimentado el cliente.
  • Proporciona soluciones o alternativas para abordar sus inquietudes y asegúrale que estás comprometido en resolver el problema.

Práctica para convertirlo en hábito: En cada interacción con clientes, prioriza la escucha activa y la empatía. Trata cada queja o preocupación como una oportunidad para demostrar un excelente servicio al cliente.

En resumen, la escucha activa es una habilidad que se puede cultivar con práctica y conciencia. Al aplicar estos ejemplos y prácticas en nuestra vida diaria, podemos convertir la escucha activa en un hábito que enriquece nuestras relaciones y promueve una comunicación efectiva.

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