Efectivamente, parece una obviedad insoportable, pero es tan sencilla como cierta. Lo cual no quiere decir que sea fácil llevarla a la práctica sin la información adecuada.
Pero cuando tienes claro tu objetivo y confías en el método que estás empleando para alcanzarlo, tus probabilidades de éxito se disparan.
«Todo hábito y facultad se mantiene y acrecienta por medio de las acciones correspondientes: la de pasear, por medio del paseo; la de correr, por medio de la carrera… Por lo tanto, en general, si quieres hacer algo, hazlo habitualmente. Si quieres dejar de hacer algo, no lo hagas, pero acostumbrate a hacer otra cosa en su lugar. Así pasa también con los estados de ánimo. Cuando te irrites, date cuenta de que no solo te ha pasado esa cosa mala, sino que, además, has acrecentado el hábito y que es como haber echado broza al fuego».
EPICTETO, DISERTACIONES POR ARRIANO, 2.18.1-5
A lo que se refiere esta cita es a que si consigues esforzarte lo suficiente como para aguantar el impulso inicial que te lleva a hacer cosas de las que luego te arrepientes, estarás más cerca de tener éxito, porque el esfuerzo cada vez será menor.
Lo que consideramos un placer es, en ocasiones, una trampa, porque después se convierte en motivo de sufrimiento. ¿Merece la pena?
El método de la fuerza de voluntad siempre fracasa
El método de la fuerza de voluntad siempre fracasa porque no se puede mantener indefinidamente en el tiempo. Tarde o temprano flaquearás y volverás a dejarte llevar por tu propensión personal. La clave es elegir bien la actividad y saber que no vamos a tener que emplear el método de la fuerza de voluntad más que un breve periodo de tiempo.
Tendemos a pensar que cuando algo nos exige una gran dosis de fuerza de voluntad, siempre vamos a tener que esforzarnos mucho. Pero en la mayoría de los casos esto no es así.
Nuestro cerebro es muy eficiente a la hora de ahorrar energía, por eso tenemos muchos comportamientos automáticos que requieren muy poco esfuerzo mental o que incluso hacemos sin darnos cuenta de forma automática.
Cuando tratamos de cambiar eso, nuestra mente se resiste por el incremento en el gasto energético que requiere aprender y consolidar un nuevo esquema de comportamiento.
La buena noticia
La buena noticia es que nuestro cerebro se resistirá con la misma fuerza a modificar el nuevo comportamiento una vez que lo hayamos consolidado. Solo que esta vez será un comportamiento positivo (deporte, alimentación, etc.) que habremos elegido nosotros de manera consciente y tras reflexionar sobre qué es lo que más nos conviene a medio y largo plazo.
El poder del hábito obrará el milagro. Conseguirá que algo que nos cuesta mucho al principio, con la práctica, salga de forma espontánea. Incluso llegará el día en que nos sintamos incómodos si no lo hacemos. Por eso es importante buscar el equilibrio y elegir aquello que más nos guste dentro de las opciones disponibles.
El mejor ejemplo es el deporte. Todos sabemos lo que cuesta empezar, pero, si perseveramos, llega un momento en el que no queremos vivir sin él. Aunque no practiques deporte, estoy seguro de que conoces a alguien que no necesita esforzarse para practicarlo, sencillamente, se lo pide el cuerpo.
Todo hábito y facultad se mantiene y acrecienta por medio de las acciones correspondientes: la de pasear, por medio del paseo; la de correr, por medio de la carrera… Por lo tanto, en general, si quieres hacer algo, hazlo habitualmente. Si quieres dejar de hacer algo, no lo hagas, pero acostúmbrate a hacer otra cosa en su lugar. Así pasa también con los estados de ánimo. Cuando te irrites, date cuenta de que no solo te ha pasado esa cosa mala, sino que, además, has acrecentado el hábito y que es como haber echado broza al fuego.
Epicteto, Disertaciones por Arriano.
Siguiendo con el ejemplo del deporte, solemos fracasar en nuestros esfuerzos por practicarlo con el objetivo de mejorar nuestro aspecto o nuestra salud porque creemos, erróneamente, que siempre vamos a tener que hacer el mismo esfuerzo para realizar dicha actividad.
Si tenemos claro, siguiendo el consejo de Epicteto, que eso no es así, mejoraremos enormemente nuestras opciones de alcanzar nuestro objetivo.
Las excepciones son la clave del fracaso
Aunque esto hay que matizarlo, cada excepción nos alejará de nuestro objetivo porque, sin darnos cuenta, la excepción se irá convirtiendo, lenta pero poderosamente, en la norma. Habremos creado el hábito erróneo. Habremos perfeccionado el error.
Decía que esto hay que matizarlo porque en alimentación, por ejemplo, se aconseja hacer una excepción a la semana. Pero si hay un día marcado (los domingos, por ejemplo), ceñirse a ese día será mucho más fácil de mantener en el tiempo que si hacemos excepciones desordenadas.
Esta medida es recomendable porque no vemos un horizonte plagado de brócoli y acelgas; tenemos el refuerzo de saber que el domingo podemos comer una pizza con un helado de postre, lo que hará menos probable que tiremos la toalla hasta que construyamos el nuevo hábito.
No vamos a pasarnos la vida sufriendo por no poder comer lo que nos gustaría; con el tiempo, nuestro paladar se acostumbra a comer menos grasa, sal o azúcar.
Es muy reconfortante (y lo digo por experiencia propia) comprobar que llega un día en que esos alimentos grasientos que antes degustabas con voracidad, ahora ni te apetecen ni te sientan demasiado bien. Ya no tienes que esforzarte, más bien tendrías que hacer un esfuerzo para comerlos. Acabas de obrar la magia.
Nada sienta mejor que sentirse bien
Otro factor que debemos tener en cuenta a la hora de enfrentarnos al momento de ponernos las zapatillas para salir a correr es cómo nos vamos a sentir después.
Si no lo haces, es muy probable que te arrepientas, pero ¿crees que te arrepentirás de haber hecho lo que sabes que es lo mejor para ti? Si piensas esto cuando flaquees, justo antes de empezar, es mucho más probable que tomes la decisión correcta. En lugar de pensar en la pereza de ese momento, piensa en cómo te sentirás después (para bien y para mal).
El primer paso es la mitad del camino
La expresión «el primer paso es la mitad del camino», se refiere precisamente a esto; haz un pequeño esfuerzo ahora y conseguirás un gran beneficio el resto de tu vida.
Ten claros estos conceptos y pregúntate si merece la pena avanzar para conseguir que hacer lo correcto se convierta en un placer.
La clave está en buscar el hábito adecuado. Así que, si quieres hacer algo, hazlo.
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